Isola Bella

 

Tenía muchas ganas de hacer este viaje.

Aunque por circunstancias, no pude prepararlo como me hubiera gustado a mí.

 

Una maleta hecha con mucha prisa la última noche,

donde me faltó ropa y cremas porque me pasaba con el peso... Pero bueno, hay que aprender a disfrutar aunque las cosas no salgan a veces como tal y como esperas.

 

 

 

Cuando llegamos al hotel, nos quedamos maravillados con las vistas.

Parecía un lugar sacado de algún cuento.

 

En la costa de Taormina, delante de Isola Bella.

Playa, naturaleza, montañas...

 

Las dos nos quedábamos embobadas contemplando esas vistas. Y esa pequeña carretera que separa el hotel de la playa y que aparecía y se perdía en la montaña.

Una ciudad preciosa, con una calle principal de la que salían pequeñas callecitas estrechas de escaleras. Donde incluso los restaurantes colocaban sus mesas a distintos niveles.

 



Cruceros enormes se acercaban a ver desde el mar esta histórica ciudad.

 

Helados buenísimos, polos de fruta, pasta al estilo marinero...un desmadre con la comida.

El placer de disfrutar con mi hija viajando ha sido una experiencia maravillosa. Ya el año pasado nos la habíamos llevado un fin de semana, pero era muy pequeñita.

Antes de ser madre, siempre que veía a familias viajando con niños, pensaba,

yo también quiero poder viajar así algún día.

Aunque de mayor no se acuerde de lo que vio,

siempre tendrá las fotos para llenar su cabeza de recuerdos.

 

Esta semana sin falta tengo que preparar un álbum, porque luego lo voy dejando y se me olvida.

 

Bueno, aunque me he llevado una picadura (no se de que) que me está fastidiando un poco,

 me queda un gran recuerdo de Sicilia y espero poder volver a recorrerla en coche, pero claro,

con niños pequeños eso no es un buen plan.

Quizás, cuando seamos viejecitos, jeje, si  consigo montar a Nacho de nuevo en avión.

 

;-)